viernes, 26 de noviembre de 2010

Desde Europa (3)

Rememorar. Reaccionar. Acordar. Acordarnos de Ares, de Hermes, de Eros-Afrodita, de Apolo, de Dioniso, de Atenea, de Hefesto, de Artemisa; de Deméter-Hera-Hestia; de Zeus, el oculto. La religión olímpica no como balbuceo, sino como cima espiritual.

Urano y Crono son dos polos de tensión entre los que se sitúa Zeus. Urano teme el movimiento, y Crono es todo movimiento y muerte. Zeus es el centro perfecto. Situado exactamente entre el mundo del ser y el mundo del devenir.

El hechizo monoteísta, dualista; sus víctimas.

Una trampa mental para capturar incautos. La caza de la perdiz. Las religiones de salvación. La hemiplejia, la castración. El canto seductor.

Los dioses como ideas fecundadoras.

Un nuevo comienzo, un nuevo ciclo. Deucalión y Pirra. Segunda oportunidad, segunda belleza.

El olimpismo es la ortodoxia de amplio seno, reflejo de lo real.

Zeus; ‘aquello’ que quiere y no quiere ser invocado con el nombre de Zeus.

En los monismos, la perfección es la adecuación a un modelo. La copia, la clonación, la alienación.

Para comprender mejor el delirio monoteísta hay que incluirlo en una estructura politeísta, como oposición a un sistema plural. Como las tiranías en el seno de repúblicas democráticas. Siempre se actúa con una reducción-simplificación excesiva de la multiplicidad. Los místicos iniciadores y los tiranos tienen en común su horror a la multiplicidad. La invención del modelo. La perfección como adecuación a ‘un’ modelo. Comienza la comedia, el esperpento.

En los constructos politeístas se advierte una evolución, una reelaboración incluso; cambios y ampliaciones pertinentes de acuerdo con el devenir, y la aceptación, el reconocimiento de nuevos modos.

El simbolismo de la lucha y reelaboración de la estructura en las viejas religiones (sus mitos), como la sumeria o la egipcia. El cierre, en su momento, del panteón. Dioses tardíos, en Grecia, el caso dionisiaco. Son sistemas críticos, dinámicos, abiertos.

En las revelaciones monoteístas (incluido el budismo), todo se simplifica burdamente. Como son inevitables las diferencias, comienzan las hetero-doxias. Eteocles y Polinices. Sectas, hetero-doxias, en realidad son híbridos, centauros. Ni una cosa ni otra. Ni la visión del creador, ni la propia. El valor de Padre, de creador, del primero, es discutido (se le niegan las partes del sacrificio a Edipo –en Sófocles), se le escamotea lo debido al iniciador. La historia de las religiones de salvación es absurda. Cómo se escinden los monismos religiosos, filosóficos, políticos.

Freud está superado, Marx está superado. Esto, en boca de marxistas y freudianos ¿qué significa? Los herederos de Edipo luchan por Tebas. Guerras en las que no hay que intervenir.

Narciso, Buda, Jesús, como modelos irrepetibles, imposibles de ‘poseer’. Engaño, ilusión, en la interpretación de la experiencia mística de los seguidores de estos iniciadores. Buda en mí, Cristo en mí… ‘Ya no yo, sino Cristo…’. La alienación más brutal.

Platón, sin llegar a la aberración cristiana o budista (‘Yo soy el modelo’), en su teoría del amor, presupone al amado como vacío y al amante como instructor, como formador. El amante lo llena, lo penetra en todos los sentidos. Lo instruye, lo forma, lo informa; lo posee.

En el caso budista o cristiano, el amado es el instructor, el informador, el esposo. Aquí, el iniciador, actúa de padre, de esposo, y de hijo. El sujeto (el amante) no existe sino para dar a luz a Buda, o a Jesús.

Narciso sólo ama su imagen.

Zeus nace en un lugar donde ningún objeto proyecta sombra. La idea de Zeus. Infancia y primeros años de Zeus. Mayoría de edad. Lucha contra Titanes, derrocamiento de Crono. Lucha contra Tifón.

Tifón es quien ahora tiene el poder, la onda esclavizadora, monoteísmos por doquier; aggiornamento, puesta al día de las religiones de salvación.

Los monoteísmos son regresivos con respecto a las estructuras múltiples, éstas son progresivas y semiabiertas. Los monoteísmos son regresivos y cerrados. Son retornos a formas de sociedad, o comunidad, de tipo uránidas o crónidas, de carácter dictatorial y opresivo.

El lenguaje olímpico habla de todos. Procura abarcar el mayor número de posibilidades. En las religiones de salvación, todos somos reducidos a una sola posibilidad.

La unidad de la multiplicidad, la auténtica, sólo se puede producir en contextos plurales de hecho, y de derecho. Hay una unidad de la multiplicidad ficticia en las religiones de salvación, pues parten de la ausencia de la misma. Todos somos iguales, respondemos a un patrón, somos buenas o malas copias. Urano, Crono, Procrustes. Dráculas, vampiros; zombis, clones.

Los ‘renacidos’ místicos en las religiones de salvación (en realidad zombis, clones, muertos vivientes) se convierten, a su vez, en comedores de cerebro, en comecocos, en virus.

Cuando X quiere que todos seamos X. La atrofia, el sentimiento de falta; órganos inutilizados, virtudes sin objeto. La angustia. Hermes, Ares, Eros… Cuando domina Tifón.

Nuestras facultades se ven mermadas en los monoteísmos (monismos) que surgen. La homologación.

Por el contrario, hay mundos omnicomprensivos que dignifican, ensalzan lo real. Vivir bajo ideologías monistas es ruina e inagotable fuente de contradicciones.

La transfiguración. Teoría y práctica. Deducir la teoría de la práctica, y no reducir la práctica a cualquier teoría.

La teoría, la visión olímpica, se deduce de lo real. Lo real transfigurado, sublimado.
La nobleza, la bondad, la verdad de la teoría olímpica. Terrible bondad.

Lo primero, plantar el árbol de las Hespérides.

En Narciso no hay autocrítica o autoanálisis, hay contemplación y embelesamiento en la propia imagen. Los divinos narcisos (en Sor Juana Inés de la Cruz), los narcisos sobresustanciales (en F. de Aldana). Cristos o budas.

La moral como supuesta, y no como impuesta al sujeto. La moral, esto es, el género de vida, la conducta, el hacer.

La moral como soporte. Cuando una moral, no deducible de la conducta, se impone como soporte. Los monismos de todo tipo (morales ideales). De nuevo Procrustes.

Modo fundamental de predicación, apostolado, expansión de los monoteísmos: la negación del otro. Al otro no se le supone moral, esto es, conducta o hacer propios; se le niega el ser, es considerado sujeto vacío y listo para recibir su mensaje, para ser llenado con su discurso.

Las ideologías de salvación, religiosas o políticas, son radicalmente alienantes.

La estructura olímpica, y el corpus mítico, son arco y flechas. Un arma, un instrumento. Es también, en otro orden de cosas, la rama de Salzburgo.

Los mitos son situaciones que ya han sido, ya son, ya serán. Son eternos.

El adulterio de Clitemestra es el principio del fin. En ausencia del esposo. El esposo, la idea de Zeus.

Cuando al otro, o a los otros, se les considera como embriones de uno mismo, como estados imperfectos de uno mismo. La actitud de los prototipos-virus, sus modos de expansión.

El árbol de las Hespérides, el árbol de la vida, el árbol del conocimiento.

La estructura olímpica es un severo control del ‘Edipo’ (la voluntad de dominio de todo lo viviente). La voluntad de dominio es la esfinge, el enigma.

Edipo es un caso de voluntad de dominio, están también Ixión, Egisto… El complejo de dominio y la necesidad de controlarlo. La metáfora sexual es fundamental. El lenguaje trágico-erótico.

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